Como diosa pagana henchida de plegarias, la frenética Lady Gaga saboreó victoriosa anoche a cinco metros sobre el suelo el final del hechizo de una noche de mayo en el Foro Sol de la capital mexicana, con un saldo a favor de 55.000 entregadas almas.
La neoyorquina, encaramada por sus propios méritos a la cima del MP3, reacia a la etiqueta de muñeca de discográfica, no defraudó a sus acólitos con su calculado descaro, vestida de monja sexy, de hawaiana dorada, de lencería fina y de quién sabe qué.
Cambios de vestuario que rozaban la velocidad del relámpago, bailarines de torso desnudo y abultada entrepierna, electrónica pop elevada a la máxima potencia torturada por un rasgar de guitarras y, en medio de todo el desmadre, la intensidad incontenible de la nueva ambición rubia (teñida).
El frenesí de sus danzantes adoradores golpeó cerca de las 21.30 horas con "Just dance" y experimentó no uno sino varios cénits a lo largo de las dos horas de show. "¡Sólo bailen, hijos de... !", los arrebató.
Lady Gaga, aunque hechizada de adrenalina desde el saque inicial, logró controlar lo suficiente su entropía para, como mandan los buenos modales, detenerse a recitar letanías de amor a sus anfitriones, congregados en número superior a los que está acostumbrada (o eso les dijo).
"Estoy impresionada y agradecida por la cantidad de gente", gritó, y desde las primeras filas le llovieron tantos regalos como Perseidas caen del cielo en San Lorenzo, y ella no escondió su placer, sabiéndose celestial. Pero por si le quedaba alguna duda, le cantaron "Cielito lindo".
Tras la oleada de ternura, la diva se sentó al piano y mostró su lado mas sensible, el contenido en los sencillos de su próximo disco, concretamente.
Pausados e íntimos, "Born this way", "Americano" -el himno a los migrantes estrenado un día antes en Guadalajara- y "You and I" quedaron como prueba de que la fiera tiene corazón; pero la doctora Jekyll se levantó rauda para volver a transformarse en Miss Hyde.
La neoyorquina se empleó a fondo con "Teeth", sin mostrar en las pantallas gigantes una mísera gota de sudor, y explotó en un clímax de munición pesada: "Alejandro", "Poker face" y un meteórico "Bad romance".
Más no había obtenido suficiente sacrificio y, tentadora, despachó con gula dos coreografías más: "Born this way", esta vez con la celeridad de una revolución, y su as en llamas, "Judas". Y entonces sí, se esfumó saciada.
Apenas dos alientos le quedan a su Monster Ball Tour -esta noche, de nuevo en Foro Sol, y el sábado en el Madison Square Garden de Nueva York-, a escasas dos semanas y media del lanzamiento de su nuevo álbum.
Pero aunque el recorrido del cometa llega a su final y vuelve a empezar el ciclo poco después, no hay tiempo para que Lady Gaga se limpie el polvo del camino en su primera visita a México: en apenas unas horas se desprenderá de las sabanas para boxear con la prensa.
-EFE-